Vitamina D: un pilar esencial para la salud

 

exceso de trabajo

El inicio del nuevo curso escolar suele ser un momento muy intenso. Nuestros nervios se ponen a prueba y los beneficios de las vacaciones se olvidan rápidamente. La vuelta a los compromisos profesionales, la rutina de las tareas cotidianas y las numerosas exigencias que nos plantean los nuestros pueden hacernos perder rápidamente el equilibrio, lo que provoca estrés, ansiedad, fatiga y tensiones corporales.

¿Cómo conservar la energía adquirida durante las vacaciones?

Aquí tiene algunos consejos para aprovechar al máximo la vuelta al cole y mantener el buen humor a largo plazo.

1/ Llénese de vitalidad con la alimentación

La alimentación es nuestra principal fuente de vitalidad, siempre que elijamos alimentos ricos en vitaminas y minerales y demos prioridad a las frutas y verduras. Así pues, ¿por qué no aprovechar la época de la vuelta a la escuela para adoptar nuevos hábitos alimentarios?

Para desayunar, evite el azúcar y opte por las proteínas, que son buenas para la concentración y la memoria. Huevos, aguacate, hummus o incluso sardinas… Da rienda suelta a tus deseos y añade pan integral y algunas semillas oleaginosas. Así evitará los picos de azúcar en sangre y el bajón de última hora de la mañana. ¡Se acabaron los retortijones de hambre a las 11 de la mañana!

Para un almuerzo saciante, crea un plato colorido a base de verduras crudas y/o cocidas, acompañadas de proteínas y grasas de calidad. Así evitará los problemas digestivos que dan ganas de echarse una siesta.

Y para la cena, elige alimentos fáciles de digerir, favoreciendo una vez más los alimentos vegetales y los ácidos grasos omega-3, que favorecen la relajación y el sueño.

Plato colorado

 ¿Y las frutas? Procure comerla fuera de las comidas para no sobrecargar la digestión. Por ejemplo, puede comerlas como aperitivo, 30-45 minutos antes de la comida.

Por último, manténgase hidratado bebiendo lo suficiente a lo largo del día.

2/ Cuide su sueño

El sueño es el principal generador de nuestra mente. Por eso es vital cuidar la calidad del sueño para evitar tensiones, estrés y fatiga, sobre todo con la llegada del nuevo curso escolar. Para dormir bien, le recomiendo :

– respetar el número de horas que necesite dormir (en general, se recomiendan de 7 a 8 horas por noche)

– acostarse en un ambiente tranquilo y agradable

– alejarse de las pantallas al menos 1 hora antes de dormirse

– tener un ritual para conciliar el sueño (beber infusiones, leer, escuchar música suave, hacer ejercicios de respiración, etc.).

Por último, si le falta sueño, pruebe con una microsiesta. Un máximo de 15 a 20 minutos es suficiente para compensar una deuda de sueño. No obstante, tenga cuidado de no sobrepasar los 30 minutos, ya que tendería a sentirse más cansado que antes de la siesta (explicaremos el mecanismo de este fenómeno en un próximo artículo).

3/ Practique una actividad deportiva regular

deportivo

No hay nada más eficaz que el deporte para despejarse y aliviar el estrés. Seleccione una actividad física que le guste, ya sea suave o intensa. De hecho, ¿por qué no aprovechar septiembre para probar nuevas disciplinas?

El deporte es un aliado esencial para mantenerse en forma y sano. Estimula la circulación del cuerpo y ayuda a respirar correctamente. ¡Así que a ponerse en movimiento mientras se pueda!

Y si tiene poco tiempo, ¡deje el coche en el garaje y practique ciclismo o marcha a pie en sus desplazamientos diarios!

4/ Aumente su energía con las plantas

La fitoterapia puede ayudarle a sobrellevar mejor este tiempo de vuelta al trabajo. Aquí tiene una selección de plantas llamadas “adaptógenas” que podrían convertirse en sus aliadas durante este periodo especialmente agitado:

Rhodiola: La reina de las plantas adaptógenas, la rhodiola potencia la capacidad del organismo para afrontar el cambio y el estrés. También estimula el rendimiento cognitivo y ayuda a combatir los síntomas de fatiga.

Ashwagandha: Planta medicinal con virtudes excepcionales, la ashwagandha ayuda al organismo a adaptarse a todas las situaciones. Mejora la energía, la resistencia mental, el sistema nervioso y la memoria.

Ginseng: Conocido por su efecto tónico general, el ginseng también posee interesantes propiedades estimulantes. Ayuda al organismo a responder a las agresiones y desequilibrios y a combatir el estrés y la fatiga.

Como siempre, te recomiendo que busques el consejo de un profesional de la salud para elegir las plantas más adecuadas para ti, en función de tu estado de salud y de los tratamientos actuales.

5/ Dedíquese tiempo a sí mismo

 

Ya sean 5 minutos al día, 2 horas a la semana o un día al mes, lo importante es dedicarse tiempo a uno mismo con regularidad. Unos minutos de meditación al día, un paseo en solitario por el campo, un día de compras…

Haz lo que le haga sentir bien y se sentirá más sereno y realizado. 

 

Esta vez, estará preparado para afrontar el inicio del nuevo curso escolar con buen humor y energía. Así que depende de usted… ¡Que tenga un buen comienzo de curso!

momento para si mismo
Vitamina D

Con la llegada de las estaciones más frías y menos soleadas, la cuestión de la vitamina D vuelve a ser protagonista. Y con razón: esta vitamina, a menudo denominada «vitamina del sol», desempeña un papel esencial en el mantenimiento de nuestra vitalidad general. Más allá de la simple salud ósea, contribuye al equilibrio de nuestro sistema inmunitario, nuestro estado de ánimo y nuestra energía, pero también a numerosas funciones metabólicas más discretas.

Sin embargo, a pesar de su importancia, gran parte de la población presenta una carencia de vitamina D, a veces sin siquiera saberlo.

En este artículo, le invito a descubrir por qué la vitamina D es tan valiosa, las razones por las que a menudo tenemos carencias y cómo reforzarla de forma natural en el día a día.

¿Cuál es la función de la vitamina D en el organismo?

La vitamina D actúa como un auténtico director de orquesta en nuestro organismo. Interviene en numerosos procesos fisiológicos esenciales para el equilibrio general del cuerpo.

Salud ósea y mineral

La vitamina D facilita la asimilación del calcio y el fósforo en el intestino, lo que permite su correcta fijación en los huesos y los dientes. Esta función de mediador mineral es indispensable para mantener una estructura ósea sólida y prevenir la desmineralización. Un déficit, incluso moderado, puede debilitar la masa ósea y favorecer trastornos como la osteopenia o la osteoporosis.

Apoyo al sistema inmunitario

También interviene en la modulación de la respuesta inmunitaria. Al activar ciertas células de defensa, la vitamina D ayuda al organismo a reaccionar mejor frente a los agentes infecciosos y a regular los fenómenos inflamatorios. Un aporte suficiente contribuye así a una mayor resistencia, especialmente durante los periodos de menor insolación, en los que las defensas naturales suelen estar más solicitadas.

Equilibrio emocional y vitalidad

La vitamina D también contribuye a la estabilidad emocional y al control del tono general. Influye en la síntesis de ciertos neurotransmisores implicados en la regulación del estado de ánimo, como la serotonina. Por lo tanto, un nivel insuficiente puede manifestarse en forma de bajón anímico, falta de energía o trastornos del sueño, especialmente durante la temporada invernal.

Funciones metabólicas y hormonales

Por último, la vitamina D actúa sobre varios ejes metabólicos: interviene en la regulación hormonal, la función muscular, la salud cardiovascular y el metabolismo de la glucosa. Estas múltiples interacciones explican por qué un buen equilibrio de vitamina D contribuye al mantenimiento del funcionamiento armonioso del organismo en su conjunto.

¿Por qué nuestras necesidades de vitamina D a menudo no se cubren adecuadamente?

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Vitamina D

El estilo de vida moderno

 Nuestros hábitos actuales limitan considerablemente nuestra exposición natural al sol, la principal fuente de síntesis de vitamina D. Entre el trabajo en interiores, los transportes, las actividades de ocio sedentarias y el uso prolongado de pantallas, la piel rara vez se expone durante el tiempo suficiente a la luz directa.

La influencia de las estaciones y la latitud

La producción cutánea depende en gran medida de la época del año y de la zona geográfica. En determinadas latitudes, entre octubre y marzo, los rayos del sol son demasiado oblicuos para permitir una síntesis eficaz. Cuanto más lejos se vive del ecuador, más se alarga este periodo de «pausa solar», lo que explica la frecuente disminución de los niveles de vitamina D al final del invierno.

Las particularidades individuales

Algunos perfiles presentan mayores necesidades o una síntesis más débil:

  • las personas mayores, cuya piel produce menos vitamina D;
  • las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, cuyas necesidades aumentan;
  • las personas de piel oscura, ya que la melanina actúa como un filtro natural de los rayos UV;
  • las personas que padecen trastornos digestivos (malabsorción, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, etc.);
  • Las personas con sobrepeso o diabetes, ya que la vitamina D es liposoluble y puede «almacenarse» en los tejidos adiposos.
  • Las personas con insuficiencia renal, que limita la conversión de la vitamina D en su forma activa.

 

¿Cómo mantener de forma natural los niveles de vitamina D?

Vitamina D

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Exponerse al sol de forma razonable

La principal fuente de vitamina D sigue siendo la síntesis cutánea bajo el efecto de los rayos UVB. Una exposición de entre 15 y 30 minutos al día, con los brazos y la cara descubiertos, suele ser suficiente en primavera y verano. Lo ideal es aprovechar las horas de mayor luminosidad (entre las 11:00 y las 15:00), evitando al mismo tiempo la exposición prolongada, que daña la piel.

Apostar por una alimentación adecuada

En cuanto a la alimentación, las fuentes naturales de vitamina D son relativamente escasas. Sin embargo, siguen siendo un valioso apoyo.

Se encuentra en los pescados grasos (salmón, caballa, sardinas, arenques), el hígado de bacalao, la yema de huevo, algunas setas y los productos enriquecidos. Combinar estos alimentos con fuentes de grasas buenas (aceite de oliva, nueces, aguacate) favorece una mejor asimilación.

Considerar una suplementación razonada

Cuando la exposición al sol y la alimentación ya no son suficientes, puede estar indicada una suplementación, especialmente en otoño-invierno o según los resultados de un análisis de sangre.

Se recomienda dar prioridad a la forma de vitamina D3, más biodisponible que la D2, idealmente de origen natural (vegetal o procedente de la lanolina). Para optimizar su asimilación, resulta especialmente interesante la suplementación conjunta con magnesio y vitamina K2: el magnesio favorece la conversión activa de la vitamina D, mientras que la K2 dirige el calcio hacia los huesos en lugar de hacia los tejidos blandos.

Por último, un análisis de sangre periódico permite ajustar la dosis según las necesidades individuales, ya que tampoco es deseable una suplementación excesiva.

Por lo tanto, la vitamina D desempeña un papel esencial en el equilibrio general de nuestro organismo.

Entonces, ¿por qué no empezar hoy mismo a evaluar su ingesta, ajustar su rutina y hacer de esta vitamina un verdadero aliado para la salud en el día a día?

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