Vitamina D: un pilar esencial para la salud

 

melatonina y sueno

El sueño es una parte esencial de nuestro bienestar general, ya que influye no sólo en nuestra salud física, sino también en nuestra salud mental y emocional. Cuando las noches se vuelven agitadas y resulta difícil conciliar el sueño, muchas personas recurren a soluciones que les ayuden a descansar bien. Es aquí cuando interviene la melatonina. Esta hormona, a menudo denominada la “hormona del sueño”, desempeña un papel crucial en la regulación de nuestros ciclos de sueño y despertar.

Pero, ¿dónde encontramos esta melatonina, cómo actúa en nuestro organismo, y cuáles son sus posibles efectos secundarios? Veamos con más detalle su función y las precauciones que hay que tomar para maximizar sus beneficios. 

¿Qué es la melatonina?

La melatonina, también conocida por su nombre químico N-acetil-5-metoxitriptamina, es una hormona producida naturalmente por el organismo. Producida principalmente en el cerebro, en la glándula pineal (o epífisis), se segrega en mayor cantidad al final del día, cuando disminuyen los niveles de luz. Este aumento de la producción actúa como una señal natural de que es hora de irse a la cama. Su concentración en la sangre alcanza su punto máximo hacia las 3 ó 4 de la madrugada, y luego disminuye progresivamente hasta un mínimo al despertarse.

La melatonina se produce mediante la transformación de la serotonina, un neurotransmisor sintetizado a partir del triptófano. El triptófano es un aminoácido alimentario esencial para el buen funcionamiento del cuerpo humano. Por lo tanto, cantidades suficientes de triptófano son esenciales para que el organismo produzca serotonina y melatonina. El triptófano se obtiene exclusivamente de los alimentos, ya que el organismo no produce este aminoácido por sí mismo. La Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de los Alimentos (AFSSA) estima las necesidades diarias de triptófano en 200 mg, aunque pueden variar de una persona a otra.

¿Cuáles son los beneficios de la melatonina?

La melatonina es más conocida por sus efectos sobre el sueño. En particular, se ha demostrado que ayuda a conciliar el sueño y a dormir bien, además de remediar el insomnio y facilitar la adaptación al efecto del cambio horario.

Esta hormona regula nuestro ritmo biológico diario en respuesta a la luz, pero también según las estaciones y las variaciones en la duración de la luz diurna.

Y su influencia no se limita a eso: también desempeña un papel crucial en la regulación del apetito, el sistema inmunitario, el estado de ánimo y la temperatura corporal.

Además, nuevas investigaciones están estudiando sus propiedades antioxidantes, que podrían convertirla en un aliado prometedor en la lucha contra el cáncer.

Insomnia y melatonina

 En general, la melatonina interviene en numerosos procesos fisiológicos, entre ellos los relacionados con la regeneración y reparación del organismo.

¿Cuándo y cómo debe utilizarse la melatonina sintética?

La carencia de melatonina puede provocar trastornos del sueño, así como trastornos alimentarios, ansiedad e incluso depresión. Ante estos síntomas, es posible que sienta la tentación de tomar suplementos de melatonina.

Sin embargo, es esencial tomar precauciones cuando se toman suplementos de melatonina sintética. Aunque tiene la ventaja de no provocar adicción como los somníferos, puede tener efectos secundarios: somnolencia, dolores de cabeza, mareos, ansiedad, irritabilidad, así como náuseas, dolor abdominal y vómitos.

Como norma general, se aconseja limitar la ingesta de melatonina a un uso ocasional y no superar una dosis diaria de 2 mg.

Además, la ANSES (Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, del Medio Ambiente y del Trabajo) ha emitido una advertencia relativa a determinadas poblaciones y situaciones de riesgo, para las cuales el consumo de melatonina en forma de complementos alimenticios debe evitarse o ser supervisado por un profesional de la salud:

  • mujeres embarazadas o en periodo de lactancia,
  • niños y adolescentes,
  • personas que padezcan enfermedades inflamatorias o autoinmunes, epilepsia, asma, trastornos del estado de ánimo, del comportamiento o de la personalidad,
  • personas sometidas a tratamiento médico, en particular a tratamiento de trastornos mentales,
  • personas que tengan que realizar una actividad que requiera una vigilancia sostenida y para las que la somnolencia pueda suponer un problema de seguridad.

¿Cómo optar por una dieta rica en melatonina?

La mayoría de las veces, cambiar sus hábitos alimentarios puede mejorar significativamente su sueño. Así, en lugar de recurrir a los complementos alimenticios, puede optar ante todo por una alimentación rica en melatonina.

Estos alimentos pueden ser de origen animal (productos lácteos, huevos, pescado, marisco, carne) o vegetal (cereales, frutas, verduras, setas, frutos secos, aceites).

Aquí tienes una lista de algunos alimentos clave que se pueden incluir en su dieta para dormir mejor:

  • Leche de vaca
  • Cerezas ácidas
  • Uvas rojas
  • Pistachos
  • Pescado azul
  • Arroz
  • Huevos
  • Champiñones
  • Avena
  • Plátanos
ingredientes ricos en melatonina

¿Qué otros consejos para dormir bien?

Un estilo de vida sano también puede ayudarle a dormir bien. Es posible dormir bien de forma natural, siempre que se adopten algunos hábitos nuevos:

– Acostarse a horas regulares

– Cenar ligero

– Evitar los estimulantes

– Realizar una actividad física regular

– Prohibir las pantallas a la hora de acostarse

Modificando tanto la dieta como los hábitos de comportamiento, puede aumentar sus posibilidades de superar los trastornos del sueño y disfrutar de noches tranquilas y reparadoras a largo plazo.

Vitamina D

Con la llegada de las estaciones más frías y menos soleadas, la cuestión de la vitamina D vuelve a ser protagonista. Y con razón: esta vitamina, a menudo denominada «vitamina del sol», desempeña un papel esencial en el mantenimiento de nuestra vitalidad general. Más allá de la simple salud ósea, contribuye al equilibrio de nuestro sistema inmunitario, nuestro estado de ánimo y nuestra energía, pero también a numerosas funciones metabólicas más discretas.

Sin embargo, a pesar de su importancia, gran parte de la población presenta una carencia de vitamina D, a veces sin siquiera saberlo.

En este artículo, le invito a descubrir por qué la vitamina D es tan valiosa, las razones por las que a menudo tenemos carencias y cómo reforzarla de forma natural en el día a día.

¿Cuál es la función de la vitamina D en el organismo?

La vitamina D actúa como un auténtico director de orquesta en nuestro organismo. Interviene en numerosos procesos fisiológicos esenciales para el equilibrio general del cuerpo.

Salud ósea y mineral

La vitamina D facilita la asimilación del calcio y el fósforo en el intestino, lo que permite su correcta fijación en los huesos y los dientes. Esta función de mediador mineral es indispensable para mantener una estructura ósea sólida y prevenir la desmineralización. Un déficit, incluso moderado, puede debilitar la masa ósea y favorecer trastornos como la osteopenia o la osteoporosis.

Apoyo al sistema inmunitario

También interviene en la modulación de la respuesta inmunitaria. Al activar ciertas células de defensa, la vitamina D ayuda al organismo a reaccionar mejor frente a los agentes infecciosos y a regular los fenómenos inflamatorios. Un aporte suficiente contribuye así a una mayor resistencia, especialmente durante los periodos de menor insolación, en los que las defensas naturales suelen estar más solicitadas.

Equilibrio emocional y vitalidad

La vitamina D también contribuye a la estabilidad emocional y al control del tono general. Influye en la síntesis de ciertos neurotransmisores implicados en la regulación del estado de ánimo, como la serotonina. Por lo tanto, un nivel insuficiente puede manifestarse en forma de bajón anímico, falta de energía o trastornos del sueño, especialmente durante la temporada invernal.

Funciones metabólicas y hormonales

Por último, la vitamina D actúa sobre varios ejes metabólicos: interviene en la regulación hormonal, la función muscular, la salud cardiovascular y el metabolismo de la glucosa. Estas múltiples interacciones explican por qué un buen equilibrio de vitamina D contribuye al mantenimiento del funcionamiento armonioso del organismo en su conjunto.

¿Por qué nuestras necesidades de vitamina D a menudo no se cubren adecuadamente?

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Vitamina D

El estilo de vida moderno

 Nuestros hábitos actuales limitan considerablemente nuestra exposición natural al sol, la principal fuente de síntesis de vitamina D. Entre el trabajo en interiores, los transportes, las actividades de ocio sedentarias y el uso prolongado de pantallas, la piel rara vez se expone durante el tiempo suficiente a la luz directa.

La influencia de las estaciones y la latitud

La producción cutánea depende en gran medida de la época del año y de la zona geográfica. En determinadas latitudes, entre octubre y marzo, los rayos del sol son demasiado oblicuos para permitir una síntesis eficaz. Cuanto más lejos se vive del ecuador, más se alarga este periodo de «pausa solar», lo que explica la frecuente disminución de los niveles de vitamina D al final del invierno.

Las particularidades individuales

Algunos perfiles presentan mayores necesidades o una síntesis más débil:

  • las personas mayores, cuya piel produce menos vitamina D;
  • las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, cuyas necesidades aumentan;
  • las personas de piel oscura, ya que la melanina actúa como un filtro natural de los rayos UV;
  • las personas que padecen trastornos digestivos (malabsorción, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, etc.);
  • Las personas con sobrepeso o diabetes, ya que la vitamina D es liposoluble y puede «almacenarse» en los tejidos adiposos.
  • Las personas con insuficiencia renal, que limita la conversión de la vitamina D en su forma activa.

 

¿Cómo mantener de forma natural los niveles de vitamina D?

Vitamina D

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Exponerse al sol de forma razonable

La principal fuente de vitamina D sigue siendo la síntesis cutánea bajo el efecto de los rayos UVB. Una exposición de entre 15 y 30 minutos al día, con los brazos y la cara descubiertos, suele ser suficiente en primavera y verano. Lo ideal es aprovechar las horas de mayor luminosidad (entre las 11:00 y las 15:00), evitando al mismo tiempo la exposición prolongada, que daña la piel.

Apostar por una alimentación adecuada

En cuanto a la alimentación, las fuentes naturales de vitamina D son relativamente escasas. Sin embargo, siguen siendo un valioso apoyo.

Se encuentra en los pescados grasos (salmón, caballa, sardinas, arenques), el hígado de bacalao, la yema de huevo, algunas setas y los productos enriquecidos. Combinar estos alimentos con fuentes de grasas buenas (aceite de oliva, nueces, aguacate) favorece una mejor asimilación.

Considerar una suplementación razonada

Cuando la exposición al sol y la alimentación ya no son suficientes, puede estar indicada una suplementación, especialmente en otoño-invierno o según los resultados de un análisis de sangre.

Se recomienda dar prioridad a la forma de vitamina D3, más biodisponible que la D2, idealmente de origen natural (vegetal o procedente de la lanolina). Para optimizar su asimilación, resulta especialmente interesante la suplementación conjunta con magnesio y vitamina K2: el magnesio favorece la conversión activa de la vitamina D, mientras que la K2 dirige el calcio hacia los huesos en lugar de hacia los tejidos blandos.

Por último, un análisis de sangre periódico permite ajustar la dosis según las necesidades individuales, ya que tampoco es deseable una suplementación excesiva.

Por lo tanto, la vitamina D desempeña un papel esencial en el equilibrio general de nuestro organismo.

Entonces, ¿por qué no empezar hoy mismo a evaluar su ingesta, ajustar su rutina y hacer de esta vitamina un verdadero aliado para la salud en el día a día?

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