Vitamina D: un pilar esencial para la salud

 

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La flora intestinal se ha convertido en las últimas décadas en uno de los principales focos de investigación científica y médica. Se le dedican libros y numerosos artículos. Ahora se considera un órgano por sí mismo, y la flora intestinal está más que nunca en el centro de nuestras preocupaciones sanitarias. Tiene el poder de controlar la inflamación en el organismo o, por el contrario, de amplificarla y favorecer así las enfermedades inflamatorias crónicas.

La flora intestinal determina el nivel de inflamación del organismo

La flora intestinal, también conocida como microbiota intestinal, es el conjunto de bacterias y microorganismos que viven en el intestino.

Los resultados de investigaciones recientes demuestran que la flora intestinal está implicada en la aparición de enfermedades articulares crónicas como la espondilitis o la artritis reumatoide. Los investigadores examinaron las bacterias presentes en la flora intestinal de las personas con estas enfermedades. Después la compararon con la de personas sanas.

El resultado muestra un desequilibrio en la población bacteriana de las personas con espondiloartritis o artritis reumatoide. Los pacientes tienen una diversidad microbiana inferior a la de las personas sanas. Esto ya se ha identificado en otras enfermedades inflamatorias. El otro factor agravante es la presencia de una elevada proporción de cepas bacterianas.

Estudios científicos han demostrado que una flora intestinal equilibrada y diversificada conduce a una vida más sana y, sobre todo, a un envejecimiento saludable. Ciertas bacterias del intestino nos protegen de la inflamación y controlan el desarrollo de las células cancerosas. Su presencia impide el desarrollo de ciertas enfermedades.

Una flora intestinal sana mantiene bajo el nivel de inflamación crónica. Por el contrario, una flora intestinal desequilibrada, o disbiosis, es una auténtica bomba de relojería. Insidiosamente, es el caldo de cultivo de muchas enfermedades. Los trastornos digestivos recurrentes o el aumento de peso duradero son los indicadores más frecuentes de una evolución problemática del estado de la flora intestinal.

Bacterias protectoras: los probióticos

La inflamación suele comenzar en el intestino. Se produce con el agotamiento de las cepas bacterianas que protegen contra la inflamación.

Mantener la flora no es fácil. En nuestro mundo moderno, a menudo se la ataca por todas partes. Los tratamientos con antibióticos, el agua con demasiado cloro, comer demasiado, las comidas demasiado pesadas para digerir, la falta de masticación son factores que pueden desequilibrar el estado de la flora intestinal. A ello se añaden el estrés, los metales pesados y los daños causados por ciertos medicamentos como la píldora anticonceptiva, los antiinflamatorios o los antiácidos.

Para reforzar la flora intestinal y luchar contra las agresiones a las que se ve sometida, no es fácil implantar la flora intestinal de una persona sana. Así que, como alternativa, tenemos los probióticos. Se trata de bacterias que favorecen una buena salud intestinal.

Los probióticos se comercializan cada vez más. Las promesas son muy grandes y el mercado por conquistar es inmenso. Así que los laboratorios están fabricando muchos complementos alimenticios a base de probióticos.

Restablecer la flora intestinal

Resultados muy prometedores permiten a los investigadores prevenir y curar enfermedades consideradas actualmente incurables. Imagínese qué mercado tan prometedor sería éste, en el que los laboratorios podrían patentar un complemento alimenticio a base de probióticos para cada enfermedad.

Los suplementos probióticos suelen aliviar la enfermedad. Los resultados reales a largo plazo, cuando se ha interrumpido el tratamiento durante varios meses, son mucho más inciertos. Tomar probióticos en un entorno intestinal desfavorable a su presencia no proporciona resultados duraderos.

Los probióticos en complementos alimenticios o alimentos enriquecidos alivian muchos trastornos, pero no hay que hacerse dependiente de ellos. El uso crónico puede conducir a una composición inadecuada de la microbiota intestinal, lo que puede tener efectos adversos. Entre las consecuencias observadas está el rápido aumento de peso que conduce a la obesidad.

Los probióticos en complementos alimenticios o alimentos enriquecidos deben manejarse con mucho cuidado. Aunque pueden obrar verdaderos milagros, también pueden ser muy destructivas si se utilizan de forma inadecuada. Para evitar sorpresas desagradables, es necesario actuar también sobre la alimentación y sobre el estado en el que se encuentra el organismo.

Consejos para actuar

La situación de la flora intestinal puede ser preocupante. Cuando la causa del desequilibrio es principalmente dietética, en sólo 24 horas es posible empezar a cambiar el estado de su flora intestinal. En uno o dos meses se pueden conseguir mejoras significativas en la digestión, la fatiga y la salud. Cuando la dieta es una causa minoritaria (por ejemplo, en casos de intoxicación por metales pesados), actuar únicamente sobre la dieta está condenado al fracaso. La personalización es siempre muy importante para una asistencia eficaz.

Flore intestinale

En resumen

La flora intestinal y el estado del intestino determinan el nivel de inflamación del organismo, el nivel de nuestro sistema inmunitario, nuestro nivel de energía, la calidad de nuestro sueño, e influyen en nuestro estado de ánimo y en nuestra tendencia a engordar con facilidad o a mantener un peso estable.

Cuidar nuestra flora intestinal es esencial para mantener una buena digestión durante mucho tiempo, recuperar la forma y mantener un peso estable. También ayuda a la prevención de enfermedades crónicas y a evitar el envejecimiento prematuro.

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Vitamina D

Con la llegada de las estaciones más frías y menos soleadas, la cuestión de la vitamina D vuelve a ser protagonista. Y con razón: esta vitamina, a menudo denominada «vitamina del sol», desempeña un papel esencial en el mantenimiento de nuestra vitalidad general. Más allá de la simple salud ósea, contribuye al equilibrio de nuestro sistema inmunitario, nuestro estado de ánimo y nuestra energía, pero también a numerosas funciones metabólicas más discretas.

Sin embargo, a pesar de su importancia, gran parte de la población presenta una carencia de vitamina D, a veces sin siquiera saberlo.

En este artículo, le invito a descubrir por qué la vitamina D es tan valiosa, las razones por las que a menudo tenemos carencias y cómo reforzarla de forma natural en el día a día.

¿Cuál es la función de la vitamina D en el organismo?

La vitamina D actúa como un auténtico director de orquesta en nuestro organismo. Interviene en numerosos procesos fisiológicos esenciales para el equilibrio general del cuerpo.

Salud ósea y mineral

La vitamina D facilita la asimilación del calcio y el fósforo en el intestino, lo que permite su correcta fijación en los huesos y los dientes. Esta función de mediador mineral es indispensable para mantener una estructura ósea sólida y prevenir la desmineralización. Un déficit, incluso moderado, puede debilitar la masa ósea y favorecer trastornos como la osteopenia o la osteoporosis.

Apoyo al sistema inmunitario

También interviene en la modulación de la respuesta inmunitaria. Al activar ciertas células de defensa, la vitamina D ayuda al organismo a reaccionar mejor frente a los agentes infecciosos y a regular los fenómenos inflamatorios. Un aporte suficiente contribuye así a una mayor resistencia, especialmente durante los periodos de menor insolación, en los que las defensas naturales suelen estar más solicitadas.

Equilibrio emocional y vitalidad

La vitamina D también contribuye a la estabilidad emocional y al control del tono general. Influye en la síntesis de ciertos neurotransmisores implicados en la regulación del estado de ánimo, como la serotonina. Por lo tanto, un nivel insuficiente puede manifestarse en forma de bajón anímico, falta de energía o trastornos del sueño, especialmente durante la temporada invernal.

Funciones metabólicas y hormonales

Por último, la vitamina D actúa sobre varios ejes metabólicos: interviene en la regulación hormonal, la función muscular, la salud cardiovascular y el metabolismo de la glucosa. Estas múltiples interacciones explican por qué un buen equilibrio de vitamina D contribuye al mantenimiento del funcionamiento armonioso del organismo en su conjunto.

¿Por qué nuestras necesidades de vitamina D a menudo no se cubren adecuadamente?

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Vitamina D

El estilo de vida moderno

 Nuestros hábitos actuales limitan considerablemente nuestra exposición natural al sol, la principal fuente de síntesis de vitamina D. Entre el trabajo en interiores, los transportes, las actividades de ocio sedentarias y el uso prolongado de pantallas, la piel rara vez se expone durante el tiempo suficiente a la luz directa.

La influencia de las estaciones y la latitud

La producción cutánea depende en gran medida de la época del año y de la zona geográfica. En determinadas latitudes, entre octubre y marzo, los rayos del sol son demasiado oblicuos para permitir una síntesis eficaz. Cuanto más lejos se vive del ecuador, más se alarga este periodo de «pausa solar», lo que explica la frecuente disminución de los niveles de vitamina D al final del invierno.

Las particularidades individuales

Algunos perfiles presentan mayores necesidades o una síntesis más débil:

  • las personas mayores, cuya piel produce menos vitamina D;
  • las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, cuyas necesidades aumentan;
  • las personas de piel oscura, ya que la melanina actúa como un filtro natural de los rayos UV;
  • las personas que padecen trastornos digestivos (malabsorción, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, etc.);
  • Las personas con sobrepeso o diabetes, ya que la vitamina D es liposoluble y puede «almacenarse» en los tejidos adiposos.
  • Las personas con insuficiencia renal, que limita la conversión de la vitamina D en su forma activa.

 

¿Cómo mantener de forma natural los niveles de vitamina D?

Vitamina D

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Exponerse al sol de forma razonable

La principal fuente de vitamina D sigue siendo la síntesis cutánea bajo el efecto de los rayos UVB. Una exposición de entre 15 y 30 minutos al día, con los brazos y la cara descubiertos, suele ser suficiente en primavera y verano. Lo ideal es aprovechar las horas de mayor luminosidad (entre las 11:00 y las 15:00), evitando al mismo tiempo la exposición prolongada, que daña la piel.

Apostar por una alimentación adecuada

En cuanto a la alimentación, las fuentes naturales de vitamina D son relativamente escasas. Sin embargo, siguen siendo un valioso apoyo.

Se encuentra en los pescados grasos (salmón, caballa, sardinas, arenques), el hígado de bacalao, la yema de huevo, algunas setas y los productos enriquecidos. Combinar estos alimentos con fuentes de grasas buenas (aceite de oliva, nueces, aguacate) favorece una mejor asimilación.

Considerar una suplementación razonada

Cuando la exposición al sol y la alimentación ya no son suficientes, puede estar indicada una suplementación, especialmente en otoño-invierno o según los resultados de un análisis de sangre.

Se recomienda dar prioridad a la forma de vitamina D3, más biodisponible que la D2, idealmente de origen natural (vegetal o procedente de la lanolina). Para optimizar su asimilación, resulta especialmente interesante la suplementación conjunta con magnesio y vitamina K2: el magnesio favorece la conversión activa de la vitamina D, mientras que la K2 dirige el calcio hacia los huesos en lugar de hacia los tejidos blandos.

Por último, un análisis de sangre periódico permite ajustar la dosis según las necesidades individuales, ya que tampoco es deseable una suplementación excesiva.

Por lo tanto, la vitamina D desempeña un papel esencial en el equilibrio general de nuestro organismo.

Entonces, ¿por qué no empezar hoy mismo a evaluar su ingesta, ajustar su rutina y hacer de esta vitamina un verdadero aliado para la salud en el día a día?

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