Vitamina D: un pilar esencial para la salud

 

El intestino es un órgano con varias funciones vitales que son necesarias para el funcionamiento de nuestro cuerpo. Diversas enfermedades pueden afectarlo y tener consecuencias tanto en nuestro bienestar diario como en nuestro sistema inmunitario. Un estado inflamatorio persistente puede incluso conducir a enfermedades más graves, como el cáncer. Por eso es necesario actuar a los primeros signos de malestar. En este artículo, comenzaremos con un breve repaso de las principales funciones intestinales para entender los efectos de estas enfermedades en el intestino. A continuación, veremos las diferentes enfermedades que pueden afectar al intestino. En una segunda parte, descubrirá cómo puede actuar para mejorar su estado y sentirse mejor.

Las principales funciones de nuestro intestino

El intestino es un órgano esencial para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Es un órgano que absorbe los nutrientes de los alimentos. Cuando está dañado, inevitablemente se producen deficiencias.

El intestino es también un órgano protector, una barrera contra el mundo exterior. Desempeña este papel gracias a la mucosa y al moco que recubre esta mucosa, pero también gracias a la microbiota intestinal, es decir, a las bacterias que están presentes en el intestino. Nuestro intestino nos protege impidiendo que ciertas sustancias indeseables entren en nuestro cuerpo. Actúa como barrera contra las toxinas de los alimentos que ingerimos, las toxinas procedentes de la mala digestión de los alimentos y las toxinas producidas por las bacterias intestinales.

El intestino también interviene en la regulación de nuestro sistema inmunitario. Por eso, cuando las cosas van mal en el intestino, es habitual que aparezcan patologías fuera de él, relacionadas con el sistema inmunitario. Entonces podemos tener reacciones inmunitarias excesivas o demasiado débiles.

Por último, el intestino es un órgano de nutrición. Esto significa que nuestra microbiota intestinal produce nutrientes, vitaminas, especialmente de los grupos B y K, así como neurotransmisores. Cuando el intestino no funciona correctamente, la flora intestinal suele estar dañada. Esto conlleva un mayor riesgo de carencia y una disminución de los neurotransmisores producidos por el intestino.

Las principales enfermedades del intestino

Enfermedad celíaca o intolerancia al gluten

La enfermedad celíaca afecta al intestino delgado. Es una enfermedad autoinmune, lo que significa que implica al sistema inmunitario. Nuestro cuerpo produce anticuerpos contra el intestino mismo, lo que hace que se deteriore. Nuestro intestino tiene pliegues, llamados vellosidades. En caso de agresión, estos pliegues serán destruidos, atrofiados. Esto causará deficiencias debido a la mala absorción, pero también agujeros en el intestino, que se volverá poroso y permitirá el paso de más sustancias tóxicas.

Esta enfermedad, también llamada intolerancia al gluten, no es sólo una sensibilidad al gluten. El consumo de incluso una pequeña cantidad de gluten provoca una respuesta inmediata del organismo. Por lo tanto, es necesario eliminar completamente el gluten de la dieta.

La celiaquía es más frecuente en personas que ya padecen una enfermedad autoinmune. Por el contrario, si se contrae esta enfermedad autoinmune cuando no se tiene ninguna otra enfermedad autoinmune, es más probable que se desarrolle. Por lo tanto, es importante actuar sobre el terreno para prevenir y ayudar al organismo a restablecerse.

Enfermedad de Crohn

La enfermedad de Crohn es una enfermedad inflamatoria que afecta al sistema digestivo y puede afectar tanto al intestino delgado como al grueso. Es una inflamación que no suele afectar a todo el intestino, sino sólo a una parte. Si se consigue reducir la inflamación y normalizar la situación, el intestino puede recuperarse y recobrar su integridad normal. Pero si esta inflamación continúa, existe el riesgo de progresión a patologías más graves y la necesidad de una operación para extirpar un trozo de intestino, la parte inflamada. La desventaja es que tras la extirpación de una parte del intestino, la superficie intestinal se reduce y el trabajo del intestino no será tan eficaz. Esto suele provocar problemas de absorción y de tránsito, que pueden ser más o menos graves.

Divertículos

Los divertículos son más probables en el intestino grueso. El intestino grueso tiene una forma diferente a la del intestino delgado. No está compuesta por vellosidades, sino por circunvoluciones menos marcadas que forman arcos. Cuando hay un divertículo, se forma una bolsa en la mucosa. Esta bolsa no es patológica en sí misma, pero el flujo de materia que pasa por el intestino grueso puede alojarse en ella y circular peor. Esta materia es el resultado de la fermentación y putrefacción normal de los alimentos que ingerimos, y puede causar inflamación al quedar almacenada en el divertículo. Esto se llama diverticulitis. Al principio puede ser incómodo, luego se vuelve doloroso y, finalmente, se convierte en enfermedades más graves, como el cáncer. Por lo tanto, será necesario actuar de forma global sobre la dieta y el sistema digestivo para limitar los riesgos.

Colitis ulcerosa

La colitis ulcerosa es una inflamación grave del colon y del recto, que provoca la aparición de sangre en la mucosa. El primer paso es reducir la hemorragia ayudando a la mucosa a cicatrizar. Entonces hay que tratar la inflamación sin dejar que continúe, para que la situación no evolucione hacia enfermedades más graves como el cáncer.

Cáncer de intestino

El cáncer de intestino se encuentra con mayor frecuencia en el intestino grueso por varias razones. En primer lugar, el intestino grueso contiene la mayor cantidad de material fermentado y putrefacto, que puede causar inflamación. Es también en el intestino grueso donde este material permanecerá más tiempo, especialmente si la persona está estreñida. También hay más anaerobios, es decir falta de oxígeno. Es más importante en el intestino grueso que en el delgado. Todos estos factores favorecen el desarrollo del cáncer.

Es importante prestar atención al contenido de su plato para prevenir el riesgo de desarrollar cáncer intestinal:

– Estar atento a la cantidad de proteínas que se consumen.

– Regular el consumo de azúcares e hidratos de carbono que favorecen la hiperglucemia.

– Limitar ciertos factores que mantienen el estado inflamatorio y la agresión de los tejidos, como el alcohol y las bebidas gaseosas.

– Tener cuidado con los nitritos, que hoy en día están ampliamente reconocidos como promotores del riesgo de cáncer; esto es particularmente cierto en el caso de la carne roja y los embutidos.

Síndrome del intestino irritable

El síndrome del intestino irritable es una enfermedad sin serlo. Se trata de una reactividad excesiva del intestino que provoca contracciones dolorosas y perturbaciones del tránsito. En muchas enfermedades intestinales se pueden encontrar estos síntomas: dolor, estreñimiento, diarrea, etc. Y muy a menudo, hay alteraciones en la microbiota intestinal que favorecen la inflamación.

Algunos ajustes dietéticos y nuevos hábitos pueden ayudar a prevenir estas enfermedades y a sentirse aliviado. Esto es lo que le proponemos descubrir en la segunda parte de este artículo.

Vitamina D

Con la llegada de las estaciones más frías y menos soleadas, la cuestión de la vitamina D vuelve a ser protagonista. Y con razón: esta vitamina, a menudo denominada «vitamina del sol», desempeña un papel esencial en el mantenimiento de nuestra vitalidad general. Más allá de la simple salud ósea, contribuye al equilibrio de nuestro sistema inmunitario, nuestro estado de ánimo y nuestra energía, pero también a numerosas funciones metabólicas más discretas.

Sin embargo, a pesar de su importancia, gran parte de la población presenta una carencia de vitamina D, a veces sin siquiera saberlo.

En este artículo, le invito a descubrir por qué la vitamina D es tan valiosa, las razones por las que a menudo tenemos carencias y cómo reforzarla de forma natural en el día a día.

¿Cuál es la función de la vitamina D en el organismo?

La vitamina D actúa como un auténtico director de orquesta en nuestro organismo. Interviene en numerosos procesos fisiológicos esenciales para el equilibrio general del cuerpo.

Salud ósea y mineral

La vitamina D facilita la asimilación del calcio y el fósforo en el intestino, lo que permite su correcta fijación en los huesos y los dientes. Esta función de mediador mineral es indispensable para mantener una estructura ósea sólida y prevenir la desmineralización. Un déficit, incluso moderado, puede debilitar la masa ósea y favorecer trastornos como la osteopenia o la osteoporosis.

Apoyo al sistema inmunitario

También interviene en la modulación de la respuesta inmunitaria. Al activar ciertas células de defensa, la vitamina D ayuda al organismo a reaccionar mejor frente a los agentes infecciosos y a regular los fenómenos inflamatorios. Un aporte suficiente contribuye así a una mayor resistencia, especialmente durante los periodos de menor insolación, en los que las defensas naturales suelen estar más solicitadas.

Equilibrio emocional y vitalidad

La vitamina D también contribuye a la estabilidad emocional y al control del tono general. Influye en la síntesis de ciertos neurotransmisores implicados en la regulación del estado de ánimo, como la serotonina. Por lo tanto, un nivel insuficiente puede manifestarse en forma de bajón anímico, falta de energía o trastornos del sueño, especialmente durante la temporada invernal.

Funciones metabólicas y hormonales

Por último, la vitamina D actúa sobre varios ejes metabólicos: interviene en la regulación hormonal, la función muscular, la salud cardiovascular y el metabolismo de la glucosa. Estas múltiples interacciones explican por qué un buen equilibrio de vitamina D contribuye al mantenimiento del funcionamiento armonioso del organismo en su conjunto.

¿Por qué nuestras necesidades de vitamina D a menudo no se cubren adecuadamente?

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Vitamina D

El estilo de vida moderno

 Nuestros hábitos actuales limitan considerablemente nuestra exposición natural al sol, la principal fuente de síntesis de vitamina D. Entre el trabajo en interiores, los transportes, las actividades de ocio sedentarias y el uso prolongado de pantallas, la piel rara vez se expone durante el tiempo suficiente a la luz directa.

La influencia de las estaciones y la latitud

La producción cutánea depende en gran medida de la época del año y de la zona geográfica. En determinadas latitudes, entre octubre y marzo, los rayos del sol son demasiado oblicuos para permitir una síntesis eficaz. Cuanto más lejos se vive del ecuador, más se alarga este periodo de «pausa solar», lo que explica la frecuente disminución de los niveles de vitamina D al final del invierno.

Las particularidades individuales

Algunos perfiles presentan mayores necesidades o una síntesis más débil:

  • las personas mayores, cuya piel produce menos vitamina D;
  • las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, cuyas necesidades aumentan;
  • las personas de piel oscura, ya que la melanina actúa como un filtro natural de los rayos UV;
  • las personas que padecen trastornos digestivos (malabsorción, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, etc.);
  • Las personas con sobrepeso o diabetes, ya que la vitamina D es liposoluble y puede «almacenarse» en los tejidos adiposos.
  • Las personas con insuficiencia renal, que limita la conversión de la vitamina D en su forma activa.

 

¿Cómo mantener de forma natural los niveles de vitamina D?

Vitamina D

A pesar de su importancia, gran parte de la población presenta niveles de vitamina D inferiores a los recomendados. Varios factores, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestras particularidades individuales, explican esta situación, que se ha convertido en algo muy habitual.

Exponerse al sol de forma razonable

La principal fuente de vitamina D sigue siendo la síntesis cutánea bajo el efecto de los rayos UVB. Una exposición de entre 15 y 30 minutos al día, con los brazos y la cara descubiertos, suele ser suficiente en primavera y verano. Lo ideal es aprovechar las horas de mayor luminosidad (entre las 11:00 y las 15:00), evitando al mismo tiempo la exposición prolongada, que daña la piel.

Apostar por una alimentación adecuada

En cuanto a la alimentación, las fuentes naturales de vitamina D son relativamente escasas. Sin embargo, siguen siendo un valioso apoyo.

Se encuentra en los pescados grasos (salmón, caballa, sardinas, arenques), el hígado de bacalao, la yema de huevo, algunas setas y los productos enriquecidos. Combinar estos alimentos con fuentes de grasas buenas (aceite de oliva, nueces, aguacate) favorece una mejor asimilación.

Considerar una suplementación razonada

Cuando la exposición al sol y la alimentación ya no son suficientes, puede estar indicada una suplementación, especialmente en otoño-invierno o según los resultados de un análisis de sangre.

Se recomienda dar prioridad a la forma de vitamina D3, más biodisponible que la D2, idealmente de origen natural (vegetal o procedente de la lanolina). Para optimizar su asimilación, resulta especialmente interesante la suplementación conjunta con magnesio y vitamina K2: el magnesio favorece la conversión activa de la vitamina D, mientras que la K2 dirige el calcio hacia los huesos en lugar de hacia los tejidos blandos.

Por último, un análisis de sangre periódico permite ajustar la dosis según las necesidades individuales, ya que tampoco es deseable una suplementación excesiva.

Por lo tanto, la vitamina D desempeña un papel esencial en el equilibrio general de nuestro organismo.

Entonces, ¿por qué no empezar hoy mismo a evaluar su ingesta, ajustar su rutina y hacer de esta vitamina un verdadero aliado para la salud en el día a día?

Flora intestinal y enfermedades crónicas

Flora intestinal y enfermedades crónicas

La flora intestinal se ha convertido en las últimas décadas en uno de los principales focos de investigación científica y médica. Se le dedican libros y numerosos artículos. Ahora se considera un órgano por sí mismo, y la flora intestinal está más que nunca en el...